Opinión

Noche en la ciudad con desenfoque
May 25, 2021

¿Libros en papel o electrónicos? Elija usted

En la última década, los libros electrónicos (ebooks) se han constituido en una solución tecnológica que va ganando adeptos, pero también detractores. Sobre los libros en papel y sus beneficios, creo que ya está todo dicho, luego de varios siglos de uso colectivo. Pero, los nuevos formatos electrónicos están bajo el escrutinio público y de especialistas (en educación, por ejemplo) desde hace años, creando un debate, en mi opinión, muchas veces un tanto artificial.

Desde el punto de las ciencias cognitivas, por nombrar el área desde donde más se critica esta nueva tecnología, aunque hay investigaciones realizadas mi experiencia personal y de amigos y académicos que conozco, no puedo asegurar que los formatos electrónicos -me refiero a la lectura digital, en una pantalla- tengan alguna diferencia en cuanto a la experiencia de la lectura o del aprendizaje.

Más aún, hoy día en las universidades, el formato electrónico es cada vez más popular, básicamente debido a su bajo costo, su portabilidad y su integración con otras plataformas de trabajo habituales (“copiar y pegar”, citar, etc. son operaciones muy sencillas en lo digital). Así también, la búsqueda de investigaciones en revistas especializadas, cita de fragmentos, etc.

Pero la finalidad de este artículo es presentarle las ventajas y desventajas de estos formatos, para el desarrollo de la “lectura de ocio”, esa placentera actividad, y que hoy a raíz del confinamiento social, aparece como una de las más accesibles y económicas alternativas para sobrevivir al obligado encierro.

Una distinción: no es lo mismo un e-book que un e-reader. La palabra e-book hace referencia al libro mismo, es decir al contenido de texto encapsulado en un formato específico; mientras que un e-reader es el dispositivo mismo que permite la lectura de un e-book.


El libro electrónico y sus ventajas

Ocupan menos espacio. Este es uno de los beneficios más valorados por quienes prefieren el libro electrónico. En un dispositivo (e-reader) portátil como un “Kindle” puede almacenar más de 3.000 libros. Lo mismo con una tablet convencional, de la marca que sea.

Son más portables. Son una excelente alternativa para quien se va de viaje. No solo viajes largos, para los cuales un solo libro podría no ser suficiente, sino también para periodos breves: no siempre es posible saber qué tendremos ganas de leer cuando estemos en nuestro destino.

Más cómodos para leer libros largos. Es un aspecto que se relaciona con el anterior, pero no es lo mismo. Quien haya leído Guerra y paz, Los miserables y otras obras voluminosas sabe del trabajo de sostener en las manos, durante un largo rato, dos kilos de papel. El formato digital también lo pone más fácil en este sentido, (particularmente cuando se lee acostado, antes de dormir, como yo suelo hacerlo). Un Kindle pesa en promedio 250 grs.

Permite adecuar el tamaño de la letra. Otro beneficio muy valorado, sobre todo por las personas mayores. La opción de agrandar o cambiar la tipografía, para verla mejor, puede ser la diferencia entre leer y no leer un libro.

Accesorios incorporados. Muchos dispositivos para la lectura digital tienen iluminación propia, por lo cual se pueden leer virtualmente en cualquier parte. Suelen incluir programas como diccionarios y traductores, para que ninguna palabra sea un obstáculo. Se hace doble click sobre la pablara y ¡aparece el significado de la desconocida palabra!

Se pueden leer "en la nube". De este modo, si se cuenta con los dispositivos apropiados, es posible comenzar la lectura en un e-reader y continuarla, por ejemplo, en el teléfono móvil.

Libros más fáciles de conseguir. Existen libros que en papel son difíciles de encontrar, porque fueron publicados hace mucho tiempo y están agotados o descatalogados. En muchos casos, el formato digital ha venido a solucionar ese problema y se pueden leer en la pantalla obras que de otro modo resulta literalmente imposible.

Más fáciles de adquirir. Comprar libros digitales es muy sencillo: se conecta a internet desde cualquier parte y el libro es tuyo en cuestión de segundos. Es un recurso especial para ansiosos, que de este modo se ahorran los días e incluso semanas que puede tardar un libro cuando se envía desde el extranjero.

Baratos o gratuitos. Los libros en formato digital son más baratos que los de papel (no hay costos de envío). Y también existe la posibilidad de bajar libros gratuitos de muchas bibliotecas nacionales y extranjeras. Por ejemplo, en Chile: Biblioteca pública digital: www.bpdigital.cl  

No solo libros. Los e-readers no sirven para leer nada más que libros: también toda clase de escritos. Esta es una gran ventaja para leer documentos de toda clase (académicos, laborales, manuscritos literarios, etc.) demasiado largos -e incómodos- para leer de la pantalla del ordenador, sin necesidad de imprimirlos.

No hace falta cortar árboles. En 2003, J. K. Rowling se puso al frente de una campaña para cuidar los bosques del planeta, cuando se enteró de que los libros de Harry Potter publicados hasta entonces habían exigido derribar 6,5 millones de árboles. Desde entonces, todas las ediciones de la saga se editaron con papel reciclado. La circulación de los libros electrónicos, en cambio, no requiere la caída de ningún árbol.

Las ventajas del papel

Del otro lado están, claro está, las ventajas de los libros de papel. Unas ventajas que, para sus amantes, son invencibles, insuperables. Podemos nombrar algunas:

El aspecto emocional. Para quienes crecieron leyendo libros de papel, las características de esa experiencia tienen un peso determinante. El libro no es solo un texto, sino -sobre todo- un objeto. Leerlo también es ver cómo se gasta y envejece con el paso del tiempo, y es conocer un diseño en particular, y una tipografía, incluso unas erratas y unos fallos que hacen que cada ejemplar sea único.

Nunca fallan. Un libro de papel nunca se quedará sin batería, ni se apagará o dejará de funcionar por motivos desconocidos, ni requerirá de la asistencia de un servicio técnico, ni será imposible de volver a ser leído por incompatibilidades de formatos o por la obsolescencia de los sistemas operativos.

Se pueden regalar y prestar. Un único ejemplar puede ser leído por muchas personas sin que eso represente ningún problema ni se haga nada ilegal. El diseño de los libros electrónicos, en cambio, incluye -en general- numerosos obstáculos para impedir la circulación de un archivo entre distintos usuarios, salvo que sean libros libres de derechos o préstamos de biblioteca.

No todos los libros están digitalizados. Así como hay libros mucho más fáciles de conseguir en formato electrónico que impreso, con otros sucede lo contrario, por el simple hecho de que no están digitalizados. En esos casos, tener un e-reader no servirá de mucho, ya que a quien quiera leerlo no le quedará otra que decantarse por el papel.

No generan basura tecnológica. Es cierto que la producción de libros exige derribar árboles, pero estos son un recurso renovable "siempre que los bosques y plantaciones sean bien gestionados", según afirma un documento de Greenpeace. Por lo demás, los libros de papel que terminan en la basura se biodegradan con mucha mayor facilidad y rapidez que los plásticos y sustancias químicas de los aparatos electrónicos.

Conforman una biblioteca. Para muchos amantes de la lectura, pocos lugares son tan agradables como una biblioteca, sea pública o privada. Recorrerla, perderse en ella, tomar un libro y otro, hojearlos, es una experiencia mucho más rica que recorrer un catálogo de archivos digitales y abrir algunos de ellos para leer algunas líneas. Paseos como esos llevan a menudo a descubrir obras o autores a los que no se hubiese llegado de otra manera y cuya lectura depara largas horas de felicidad.

“Nadie acabará con los libros”

Finalmente, y como complemento, recomiendo la lectura de este maravilloso texto de Umberto Eco y Jean-Claude Carriére, donde se plantea que los libros -ya sea en digital o papel- siguen siendo libros. Solo ha cambiado el soporte a través de la historia: desde el grabado en piedra, pasando por los largos y frágiles papiros, hasta llegar a leer este texto en su computadora o teléfono. La tesis central es simple: el libro no desaparecerá con la llegada del libro digital, como tampoco desapareció la pintura con la invención de la fotografía ni el teatro con la invención del cine. Antes bien, ambos seguirán conviviendo para bien de la cultura y los lectores. Como dice una reseña muy precisa: “Lejos de ser una polémica a favor o en contra de las nuevas formas de lectura, este espléndido ensayo es un homenaje a todos los lectores y un estímulo para la inteligencia”.

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